lunes, 20 de noviembre de 2017

CAMBIO CLIMÁTICO. UNA MIRADA GLOBAL ANTE LA #COP23



La NASA ha creado una nueva herramienta de pronóstico que puede predecir qué ciudades se verán afectadas a medida que se derriten porciones de capas de hielo debido al calentamiento global.

 
A estas alturas a nadie se le escapa el impacto del cambio climático en nuestras vidas, más allá de la terrible sequía que sufrimos en la Península Ibérica, uno de los lugares más vulnerables del planeta. Nuestro mundo es un peculiar sistema interactivo que involucra cuatro componentes: atmósfera, hidrosfera, biosfera y litosfera. Cualquier modificación de uno de ellos repercute en el resto.


“El mar se está tragando aldeas, se come las costas, marchita las cosechas. Seres queridos mueren de hambre y sed. Es catastrófico. Es triste, pero es real". El orador más joven de la #COP23: Timoci Naulusala de #Fiji.

1. INTRODUCCIÓN

La cumbre del clima de Bonn (#COP23) concluyó el sábado 18 de noviembre de 2017 con la aprobación de un documento que no satisface a nadie y menos aún avanza en la solución del problema que ya supone un motivo importante del descalabro de la economía global con un deterioro acelerado del medio que garantiza nuestra propia existencia. Los países se comprometen a evaluar sus emisiones de CO2 en el año 2018. El primer ministro de Fiji (un país en peligro de extinción), Frank Bainimarama, presidente de la cumbre COP23, consideró que el texto aprobado en la cumbre es "un paso adelante para avanzar en la puesta en marcha del pacto alcanzado en 2015, si bien hay que ir más rápido en su implementación".

A estas alturas a nadie se le escapa el impacto del cambio climático en nuestras vidas, más allá de la terrible sequía que sufrimos en la Península Ibérica, uno de los lugares más vulnerables del planeta, pero también en otros lugares de Europa. Los incendios, los cambios bruscos de temperaturas, los impactos de temporales y muchos otros efectos ambientales más que ya afectan a nuestra salud o alimentación han venido a quedarse y a empeorar las cosas. El cambio climático es una amenaza de primer orden al que sigue sin dársele la importancia necesaria para construir y articular un camino de resiliencia para nuestra organización social.

Figura 1. El Reino Unido y Canadá lideran una nueva alianza de países para acelerar "un crecimiento limpio" y lograr la eliminación rápida y gradual del carbón como fuente de energía. Más de 20 países, incluidos Francia, Finlandia y México son parte de la “Powering Past Coal Alliance” que también reúne a una amplia gama de empresas y organizaciones de la sociedad civil que se han unido para la protección del clima. España no lo ha firmado.

2. LOS CAMPOS DE ACTUACIÓN DEL CAMBIO CLIMÁTICO EN EL PLANETA

La mayoría de los ciudadanos piensa que el cambio climático es algo que atañe únicamente a la atmósfera, si es que lo piensan. También hay alguna minoría algo más informada que apunta a los océanos, pues saben que éstos tienen un papel fundamental en la absorción de una gran parte del carbono a costa de su acidificación, cambios salinos y cambios cinéticos.

Tanto en círculos científicos como a escala popular pocos considerarían que el cambio climático involucra a todo el planeta, cuando esta es la verdadera cuestión a tener en cuenta. Cada vez más geólogos, científicos ambientales, físicos o biólogos, consideran nuestro mundo como un peculiar sistema interactivo que involucra cuatro componentes: atmósfera, hidrosfera, biosfera y litosfera. O dicho de otra manera: aire, agua, vida y rocas. El agua tiene un papel protagonista en la dinámica planetaria, tanto en estado gaseoso en la atmósfera y dentro de las rocas, como en estado líquido por todo el planeta e incluso en la corteza profunda, pero también el agua congelada de las capas de hielo, glaciares o casquetes polares es una parte muy importante de la hidrosfera, y por lo tanto de todo el planeta en conjunto.

Por tanto, sabemos por la historia del planeta que cambios en uno de los componentes del sistema también generará cambios en los demás. El cambio climático antropogénico está devolviendo ingentes cantidades de carbono a la atmósfera tras 200 años de quema de fósiles que siguen aumentando las temperaturas, y cada vez más dado que las tasas de retorno energético (TRE) de los combustibles fósiles actuales están en declive, lo cual nos lleva a quemar más para poder mantener la producción, cada vez los almacenes de petróleo, carbón o gas necesitan de más gasto energético (quema) para obtener menos energía neta con lo que multiplicamos las emisiones de GEIs sin aportar sustanciales mejoras tecnológicas, por lo tanto tampoco mejoras para la economía global.

En la biosfera se ven afectadas las zonas de vegetación y en especial el rendimiento de los cultivos. En cuanto al agua sólida, el incremento de las temperaturas produce una fusión de los hielos de todo el planeta, desde los casquetes polares a los glaciares, pasando por el permafrost con los consiguientes problemas geotécnicos que ya está dejando su fusión entre infraestructuras y edificaciones, afectando a millones de personas en latitudes septentrionales; además de la liberación de metano, un gas de efecto invernadero 40 veces más potente que el CO2.

El agua líquida que entra y sale de la corteza, ríos, lagos y mares a la atmósfera también cambia el modelo de lluvia con el que el homo sapiens se adaptó a los diferentes medios. Ahora, tras construir sus hábitats eminentemente urbanos (más de la mitad de la población ya vivimos en ciudades desde 2010), se enfrenta a nuevos modelos tanto en cantidad como en extensión geográfica de lo que él mismo llamó inundaciones, temporales o sequías, a lo que hay que sumar el aumento del nivel de los mares al ritmo de pérdida de hielo.

Ya sea en estado líquido o sólido como el hielo, el agua es una sustancia móvil y pesada. Por poner un ejemplo, los 3 millones de kilómetros cúbicos del hielo de Groenlandia se están fundiendo a ritmos nunca antes vistos, esta pérdida de peso es importante para entender que ese peso se redistribuye por el planeta y provoca la relajación y el cambio tensional un todo el globo reactivando el rebote isostático y el movimiento de la corteza en forma de sacudidas sísmicas en zonas propensas como apuntábamos en el verano de 2012 tras las fotografías facilitadas por la NASA (Figura 2) y publicamos en varios rotativos como ABC y otros medios por el tremendo impacto que tuvieron en el mundo científico.

Más tarde, en 2013, los ejemplos climáticos extremos de Jaén y sur de Pamplona (El Perdón-Etxauri) estuvieron presentes en el Congreso Internacional de la American Geophysical Union (AGU) en México, Meeting of the Americas, de la mano de varios investigadores; incluso el episodio sísmico de meses de duración con cientos de terremotos pequeños (los dos mayores fueron M4,2 en marzo y abril de 2013) al sur de Pamplona fueron motivo para la formación de una comisión parlamentaria para el estudio de esa sismicidad cuya componente climática fue notable, así como otra para el Senado de España en el caso de Jaén que finalmente se desvaneció con la propia sismicidad. Pero algo deberemos tener claro: la Tierra reacciona al cambio de peso y al incremento de presión de agua, tanto de forma global como local, un mecanismo conocido como rebote isostático si desaparece el hielo de encima o simplemente sismicidad inducida o climática si la presión de agua alcanza valores críticos como para disparar fallas debido a condiciones climáticas críticas o inundaciones extensas en caso de embalses naturales o artificiales.


Figura 2. Las fotografías de la NASA de julio de 2012.
Tras la última edad de hielo hace unos 15.000 años la Tierra se transformó completamente. Tras miles de años siendo una auténtica bola de hielo pasó al desarrollo de la historia. Por ejemplo, Escandinavia con una capa que en aquel momento era comparable a la actual de Groenlandia, más de 2 km de espesor (Figura 3), se derritió por completo dejando libre a la corteza para un rebote de más de 300 m. Las fallas se relajaron se movieron y fueron liberadas tras decenas de miles de años de confinamiento. En algunos casos quedaron registrados terremotos de escala 8 o más, casi nunca vistos en el Atlantico (recordemos que el de Lisboa M8,8 con cerca de 100.000 muertos fue el 1 de noviembre de 1755, el último gran terremoto sufrido por Europa. Comparado con los habituales de esas magnitudes en el cinturón de fuego del Pacífico es un fenómeno mucho menos frecuente).

Hoy por estudios sedimentológicos y de radiocarbono sabemos que esos terremotos desencadenaron deslizamientos submarinos frente a Noruega. Alguno provocó un gigantesco tsunami que se extendió por el Atlántico Norte, olas de decenas de metros de altura impactaron Shetland, haciéndolo con olas de hasta de 6 m en la costa este de Escocia.

La Tierra sólida es por lo tanto tan susceptible a los efectos del aumento masivo de carbono en la atmósfera como los otros componentes, vida, agua sólida, líquida y gas. El cambio brusco de las capas de hielo de Groenlandia podría tener consecuencias más amplias e inesperadas de lo que creemos, así sucedió en el pasado cuando aún pintábamos bisontes.
Figura 3. Sección submarina y subglaciar del SE de Groenlandia a partir de datos sísmicos.

3. ¿Y EL FUEGO DE LOS VOLCANES?

Ben Mason, David Pyle y sus colegas de la Universidad de Cambridge examinaron los registros de más de 3000 volcanes de todo el mundo entre 1700 y 1999. Sus hallazgos sorprenden: la actividad volcánica no es aleatoria, se dan más erupciones entre noviembre y marzo. El reconocimiento de este comportamiento estacional proporciona la última pieza del puzzle. Los cambios en el medio ambiente, como el clima y el nivel del mar, ejercen al menos una influencia tan grande en los volcanes como los volcanes sobre ellos. Las grandes explosiones volcánicas pueden tener un efecto dramático en el mundo entero, expulsan enormes cantidades de gas y polvo a la atmósfera bloqueando la radiación solar con un enfriamiento significativo en la superficie de la Tierra. Pero ¿puede ocurrir lo contrario? ¿Pueden los cambios en el entorno desencadenar erupciones volcánicas? Especialmente, ¿pueden nuestras actividades impulsar la activación de volcanes dormidos? ¿Qué papel juega el aumento del nivel de los mares?

Es bien conocido y está contrastado que los cambios bruscos de presión atmosférica están relacionados con la explosión de algunos volcanes, pero si cambiamos los patrones climáticos, si trastocamos todos los intercambios de temperatura y por lo tanto de presión y aumenta el nivel de los océanos ¿puede darse una reacción en cadena de estos colosos llameantes dormidos? En 1783 el volcán Laki, hoy bajo la atenta mirada de los vulcanólogos por su cercanía y conocida conexión con los volcanes Bárðarbunga y Holuhraun y situado entre el Hekla y el glaciar de Eyjafjallajokull, emitió tal cantidad de cenizas que asoló todos los pastos de Islandia y con ello provocó la muerte del ganado y de la mitad de la población. Las cenizas cubrieron Europa durante meses y destruyeron las cosechas. El hambre se extendió desde Europa a oriente medio, se disparó la mortandad en Inglaterra y en España, el extraperlo y otros abusos con el trigo y los alimentos culminaron en Francia en una revolución: nacieron las modernas democracias.

La colosal explosión del Tambora en Indonesia en 1815, la mayor erupción del milenio pasado, fue seguida por un enfriamiento global de 0,7 grados y 12 meses de un clima descontrolado en Europa y América del Norte, 1816 se conoce como el año sin verano. Las actas del Cabildo de Santander de 6 de noviembre de 1816 dejaron constancia del impacto agrícola. En varias actas sucesivas de aquel año se da noticia de la escasísima recolección de maíz y otros productos. Hambre y guerras acompañan a las cenizas. También tuvo un fuerte impacto cultural. La erupción del Pinatubo en Filipinas en 1991 dispersó una nube de gas que redujo las temperaturas en casi 0,3 grados, millones de personas se vieron afectadas. Hoy conocemos ejemplos mucho más violentos.

Hoy en día, todavía hay muchos volcanes debajo de la capa de hielo Vatnajökull, que aún cubre la parte oriental de la isla, y se está derritiendo rápidamente. Los investigadores ya han predicho una respuesta volcánica a medida que se reduce la carga de hielo en los volcanes de abajo, y sabemos por la erupción de Eyjafjallajökull de 2010 cuánto caos puede infligir un volcán islandés.

Recientes investigaciones revelan que bajo el hielo de la Antártida Occidental, se encuentran cerca de cien volcanes. Actualmente, estos volcanes están inactivos. pero el nivel del mar alrededor de la Antártida aumenta más rápido que en el resto del orbe. La media global es de unos 3 mm al año, lo que lleva a que en el último par de décadas el mar haya aumentado su altura en unos 6 cm, pero en los mares del sur esa tasa ha llegado hasta los 8 cm. Craig Rye y sus compañeros de la Universidad de Southampton (Reino Unido) han llegado a la conclusión de que se han distribuido por los océanos en este tiempo unas 350 gigatoneladas de agua dulce. Sin embargo, como el calentamiento global continúa impulsando la fusión del hielo y el alivio de peso sabemos que permite las erupciones, deberíamos contar con esta posibilidad en no muy largos períodos de tiempo, años o décadas si el ritmo de fusión continúa creciendo. Estos a su vez podrían realimentarse y desestabilizar el hielo superior, lo que provocaría un colapso acelerado de las capas de hielo de la Antártida Occidental y un aumento de varios metros en el nivel del mar.

Hace unos 74.000 años, la explosión más catastrófica conocida produjo un cráter de 100 km de ancho en Toba, en el norte de Sumatra, fue la culpable de sumir al planeta en un "invierno volcánico", que según algunos investigadores supuso que nuestros antepasados ​​lejanos lucharan de una manera extraordinaria por la supervivencia. La explosión del Krakatoa fue una caricatura a su lado.

El medio ambiente puede influir en la actividad de las fallas y de los volcanes, es poco conocido pero hay ejemplos como hemos visto y no sólo a escala global. En Pamplona esos cambios los conocimos bien en 2013 tras un récord de sequía en 2012 seguido de cinco meses muy lluviosos, tres de ellos récord en precipitaciones. También en Reykjavik saben de este tipo de influencias, en volcanes rodeados de hielo como en Islandia, el derretimiento rápido al final de la última glaciación promovió la expulsión de magma que previamente había sido impedida por el peso del hielo que lo aprisionaba. A finales de la última glaciación Islandia "explotó" durante 1.500 años, con una actividad volcánica unas 30 a 50 veces superior a la de los últimos siglos. Un kilómetro de capa de hielo lo había impedido. En 2010 la explosión del Eyjafjallajokull y en 2011 del Grímsvötn supusieron pérdidas económicas nunca antes conocidas.


SITUACIÓN DE LOS VOLCANES ISLANDESES EN 2011 (NaTV)


4. LA #COP23 NO CAMBIA MUCHO LAS COSAS

Algunos países en vías de desarrollo exigieron en Bonn que las naciones industrializadas cierren la fase de mitigación de emisiones antes del año 2020 con revisiones históricas enfocadas a dar cuentas de qué es lo han hecho y cuáles son los resultados. Sobre financiación, como en años anteriores, volvió a retrasarse el final de la conferencia, al exigir algunos países en vías de desarrollo más garantías de que los industrializados aportarán los recursos que les corresponden.

Se vuelve a incidir como en París en el compromiso de que los países desarrollados van a movilizar 100 mil millones de dólares anuales a partir del 2020, que se calcula requieren los países en vías de desarrollo para sus acciones de mitigación y adaptación al Cambio climático. Esto es todo lo que ha dado de sí esta cumbre.
URGE UNA NUEVA ACTITUD ANTE EL CAMBIO CLIMÁTICO

Este artículo está basado en las investigaciones de los expertos que apareen en las notas con enlaces, en las propias investigaciones e informes, artículos y comparecencias, y sobre todo en los artículos divulgativos y libros de los profesores Bill McGuire y John K. Costain.