martes, 29 de agosto de 2017

DECLIVE GLOBAL Y SOLIDARIDAD. UN AÑO DE LA CRUDA REALIDAD




El siglo XX desarrolló formas de gobierno firmes, decididas y que dispusieron de poderes fuertes para ser capaces de mantener el orden; un flujo de energía abundante, creciente y accesible lo hizo posible.

Hoy todo eso se esfuma con el declive energético y las únicas maneras de asegurarlo son una decidida apuesta por la cultura y cambio progresivo hacia un orden social acorde con las nuevas circunstancias, o en su caso alguna clase de totalitarismo.

Los conflictos del siglo XXI se diferencian de otros anteriores, incluidas guerras entre Estados, porque ahora éstos se están produciendo entre los ciudadanos y sus propios gobiernos.

----------

Hace unos años, al comienzo de este blog, casi no abarcábamos problemas de índole internacional, pero siguiendo el espíritu del mismo, y sin perder de vista el pilar fundamental de su fundación: la resiliencia de las comunidades, hay un tema que a golpe de presencia en nuestras vidas fue adquiriendo notoriedad, sobre todo a partir de la segunda mitad de 2014 coincidiendo con la caída de en los precios del barril de crudo que nuca se recuperó. Hablamos de la inestabilidad global internacional, la inestabilidad sistémica que afecta a los estados, a las economías, a los precios de las materias primas, a las políticas paliativas de desastres naturales, en especial los propiciados por el cambio climático, a las relaciones afectivas...

1. Ha pasado un año del estreno de "La cruda realidad"

El pasado 12 de agosto se cumplió un año del estreno de "LA CRUDA REALIDAD" y las cuestiones entonces tratadas han seguido el camino entonces previsto, en algunos casos se agudizan ciertos problemas de suministro de materias primas y una ligera caída en el transporte; en este tiempo incluso estamentos internacionales como la Agencia Internacional de la energía AIE, un órgano de la OCDE que asesora a los gobiernos en la materia de recursos energéticos, han dado la razón a quienes intentábamos advertir del problema inminente con los recursos energéticos y minerales, el cambio climático y el denominado "orden social".

Figura 1. Según la AIE la oferta de energía primaria que somos capaces de poner en el mercado en forma líquida comenzó en 2015 un ligero declive (es probable que fuese en la segunda mitad de 2014). Hacia el año 2018 la demanda sobrepasará a la oferta. Como hay una tremenda falta de inversión que parece alargar su sombra durante 2017 y más allá ya que no es rentable invertir en petróleo a 50 $/barril, extrayendo de lugares cada vez más costosos y de peor calidad, se produciría un repunte de precios que sólo podría ser compensado por un aumento de la producción o una caída de la demanda. En la AIE dan por supuesto que se producirá un aumento de la demanda y que ésta llevará a un aumento de la inversión que estimularía al petróleo de fracking en un nuevo auge, aunque ya sabemos que esta ruinosa técnica decae a ritmos de entre el 5% y el 10% anual en los mejores yacimientos norteamericanos, sobre todo desde 2015, por ejemplo Bakken se ha vuelto un escenario de quiebras en cadena. La AIE (OCDE) muestra la solución del problema: cuando los precios del petróleo vuelvan a ser altos entre 2018 y 2020 se producirá una caída de la demanda por el único itinerario que conocen los países occidentales no productores de petróleo: la destrucción de la actividad económica y su consiguiente recesión, nada nuevo que no conozcamos en casa cuando el precio del petróleo sube. Es decir, la propia OCDE está preparando a los gobiernos del cambio o de lo de siempre para afrontar una recesión que no tiene por otro lado, nada que no se conozca y que ni siquiera el problema energético podría disparar, sino que antes puede hacerlo la crisis de deuda. La respuesta local siempre ha sido la misma, con o sin cambio: destrucción de empleo y recortes en sanidad, cultura, educación, atención social, etc.

El mundo vive un recrudecimiento de las tensiones en toda actividad planetaria y la difícil coyuntura financiera aumenta las posibilidades de agresiones bélicas, terrorismo casero y control de las libertades ¿Cuáles son entonces los síntomas y cuáles las causas para poder tomar decisiones acertadas? Precisamente desde hace años, comentábamos que los conflictos del siglo XXI se diferenciaban de otros anteriores, incluidas guerras entre Estados, porque ahora éstos se están produciendo entre los ciudadanos y sus propios gobiernos. No hablamos sólo de Siria y una guerra alentada para esquilmar recursos o posicionarse en el control de los mismos, ni de Cataluña, salvando las grandes diferencias, en tensión permanente con el Estado al que todavía pertenece, pero bajo este inevitable paraguas podemos contemplar que las relaciones entre las personas se vuelven cada vez más violentas.

El término “tercera guerra mundial” no ha quedado en el ámbito de la ficción, afirman tantos y tantos expertos. En ese sentido destacan que el conflicto global se está originando por la crisis financiera mundial y enfrentará a coaliciones formadas sobre la base de preferencias de los países acerca del orden mundial: un modelo de dominio de los países desarrollados que no se quiere abandonar y un modelo de mundo multipolar desglobalizado.

Como comentamos más arriba la caída en los precios del crudo aparece como la manifestación de algo más profundo a lo que no se le ha dado la importancia que merece, pero es fundamental comprender que sin ser la única explicación del gran problema de esta crisis cada vez más violenta, sí supone un importante factor de desestabilización, dado que es el pilar fundamental de la actividad económica global tal cual ha regido el devenir de nuestra cultura tecnológica-industrial desde la segunda guerra mundial.

Según algunos "expertos" la caída de los precios de finales de 2014 se debe a la abundancia de crudo impulsada por las nuevas tecnologías como el fracking o nuevos refinados más eficientes. Según otros también "expertos" lo que hay es una guerra de poder y precios cuyas armas son financieras, una guerra contra ciertos países con motivos variopintos, Arabia Saudí, contra Irán, Rusia contra EEUU, varios viceversas e incluso EEUU contra todos "los malos", incluida la recientemente desaparecida de los medios Venezuela (el país con más reservas probadas del mundo, aunque sea de baja calidad), con sus armas estrella representadas primero por el fracking y después por la revolución del fracking 2.0 y la progresiva sustitución de energía fósil por energía renovable en algunos procesos, además de la financiación de grupos radicales donde parezcan necesarios para acceder a los ansiados recursos energéticos.

Otros analistas más avezados ya se dieron cuenta hace muchos años de un hecho incontestable: la energía es un precursor de la actividad económica y no un mero producto sometido a leyes de oferta y demanda. Los momentos históricos de crecimiento, euforia tecnológica y social coinciden con incrementos en el gasto de energía, una tónica que ha vivido con el homo sapiens en todas sus organizaciones sociales desde la salida de las cuevas hasta la revolución del fracking 2.0, salvando momentos puntuales de guerras o colapsos de civilizaciones, o ambas cosas.

LA CRUDA REALIDAD (AITOR IRUZKIETA)

2. Llamando a las cosas por su nombre

Y he aquí que nadie quiere llamar a las cosas por su nombre, pero bajo esta perspectiva histórica energética vivimos ya una guerra global y vivimos tiempos de colapso. La primera la está viendo y percibiendo muy de cerca una buena parte de la ciudadanía, tan sólo hay que asomarse a los medios aquí o allá; pero el colapso de nuestra organización social actual está pasando más desapercibido por la cantidad de antídotos temporales y parches usados en su disimulo.

Los grandes centros hoy considerados creadores de ideas y tendencias son o están en manos de los partidos políticos, que a su vez deben actuar con pleitesía y sumisión hacia las grandes corporaciones empresariales y bancos que los mantienen; también dueños de los medios de comunicación de masas. A ninguno le interesa comenzar a asumir que la última organización social que nos ha hecho crecer y evolucionar está en franca decadencia y que por sus características específicas, el denominado capitalismo global es capaz de fagocitarse a sí mismo en estado terminal tan sólo por cuestiones de índole geológica. Explicar la crueldad no da votos. Sin embargo es la única manera de afrontar lo que viene porque o damos entrada a la cooperación o se instalará algún tipo de solución totalitaria.

No se es consciente en la clase dirigente del hecho científico inevitable, concretamente geológico, absolutamente innegociable, de que partes vitales de nuestra compleja sociedad, van a dejar de funcionar rápidamente a medida que el petróleo escasee. Idea por otra parte que no consigue entrar en las mentes esculpidas y formadas en un mundo en constante expansión y crecimiento y moldeadas con la modernidad industrial, pero un mundo abocado a esta inapelable descomplejización que ya vivimos, fenómeno social que incluso provoca un rechazo irracional y violento. El peligro consiste en meterse en callejones sin salida que habrá que desandar como sociedad con el costoso gasto de energía adicional que ello conllevará. Pero aún más peligroso será el enorme descontento y frustración social, caldo de cultivo para legitimar la vuelta de regímenes de extrema derecha en la falsa promesa de volver a un pasado lleno de optimismo, aunque ello conlleve la privación de los recursos más básicos o de derechos humanos elementales para amplias bolsas de población.

Volviendo a la energía como precursor de la actividad económica, tenemos que dar la razón a algunos de los "expertos" pero de manera parcial. Es verdad que estamos a las puertas de producir casi cien millones de barriles diarios de cosas que llamamos petróleo, bajo esta perspectiva nunca antes hemos dispuesto de tanta energía o capacidad de hacer trabajo, pero entonces algo falla tras una década de crisis, y las perspectivas no son precisamente optimistas por mucho que los voceros de los interesados en no resolver el problema lleven vendiéndonos brotes verdes, luces al final del túnel o varios fines de la crisis desde 2007.

El problema es que cada vez es más difícil obtener la energía que haga el trabajo de complejización y expansión de nuestra economía y nuestra sociedad, simplemente porque una parte muy importante ya de esa energía está siendo usada para conseguir la propia energía, hasta el punto que ciertas actividades denominadas de extracción de energía no lo son, sino que los gastos ingentes de energía utilizada para extraerla convierten esa actividad en un sumidero. El fracking es una de ellas. La mayoría de energías denominadas renovables no pueden ofrecer la densidad y capacidad de trabajo que brindó el nunca mejor llamado oro negro. Éstas no garantizan la continuidad de nuestro estilo de vida consumista y derrochador y probablemente nunca lo consigan.

Como era de esperar, paralelo a este fenómeno puramente geológico se produce el efecto contrario al esperado: la descomplejización de nuestra sociedad que está diseñada para el crecimiento continuo (y por lo tanto complejización creciente); así que el maquillado de indicadores como el PIB para enmascarar la cruda realidad vienen inevitablemente acompañados por la pérdida de poder adquisitivo de la gran mayoría, así como de una exclusión social cada vez más aguda, el incremento de la violencia global y el terrorismo casero, etc., todos son efectos colaterales, nada tienen que ver con religiones o culturas étnicas, no entraremos en algo tan obvio.

3. Tiempos de cambio, pero muy acelerado...

Vivimos tiempos en que lo local se impone a lo global, es pura lógica y necesidad. Las ideologías se resisten a admitir la desglobalización inminente, sean de izquierdas o de derechas, tampoco el contrastable hecho de que se ha llegado a varios topes (la literatura del #PeakOil suele hablar de picos) en los puntales que sostienen nuestra economía, nuestra sociedad y por lo tanto nuestras relaciones humanas, también con nuestro entorno ambiental. El ser humano no puede disponer de la capacidad de control del medio que garantiza su existencia como lo hizo en las últimas décadas gracias a la disponibilidad de energía barata y accesible. Menos aún hacerlo a sabiendas de que intentarlo puede acabar con que el medio natural, que siempre gana cualquier pulso, se vuelva demasiado inestable. El medio humano, tecnológico e industrial y el medio natural, no pueden ni deben acabar aniquilándose mutuamente.

Cuanto antes asumamos este hecho natural mejor para la propia organización social y por lo tanto urbana (más de la mitad de la población del planeta vivimos en ciudades desde 2010). Los efectos secundarios de la euforia vivida cada vez golpean con más crueldad y no nos hemos preparado para su impacto, el cambio climático sería el exponente más contundente. La tercera revolución urbana moderna suscita cambios profundos en las formas de pensar, construir y gestionar nuestras ciudades. La evolución a nuevas necesidades, a nuevas formas de pensar y actuar, de los vínculos sociales, el desarrollo de nuevas ciencias y nuevas tecnologías ya presentes y el cambio de naturaleza y escala de los desafíos colectivos.

Los nuevos tiempos traen un nuevo urbanismo de marcado carácter geológico, con una nueva economía que lo sustenta muy alejada ya de las propuestas carentes de resiliencia de aquel paleourbanismo posible gracias a la energía creciente disponible a lo largo del siglo XX. Aquella manera de interaccionar necesitaba formas de gobierno firmes, decididas y que dispusieron de poderes fuertes, para ser capaces de mantener el orden; un flujo de energía abundante, creciente y accesible lo hizo posible. Hoy todo eso se esfuma con el declive energético y las únicas maneras de asegurarlo son una decidida apuesta por la cultura y cambio progresivo hacia un orden social acorde con las nuevas circunstancias, o en su caso alguna clase de totalitarismo.

Figura 2. LA CRUDA REALIDAD es un documental de Aitor Iruzkieta que trata sobre el Peak Oil o más bien sobre el Peak Everything, es decir sobre el pico del petróleo y el de todas las cosas. Es quizás el más completo análisis divulgativo al respecto de todos los documentos multimedia en castellano, que tratan el tema de esta crisis interminable e imposible de atajar. En el documental varios científicos, economistas, ingenieros, artistas, analistas, investigadores, de la talla de Emilio Sández Álvaro, Ander Aguirre, Antonio Turiel Martínez, Margarita Mediavilla, Pedro A. Prieto, Antonio García-Olivares, Michael Höök, Gail Tverberg, Carlos Erdozáin, Gonzalo Escribano, Santi Piraña..., hablamos abiertamente del reto de este acelerado cambio global que ya tenemos aquí.