jueves, 28 de abril de 2016

EL CAMBIO CLIMÁTICO, EL MOVIMIENTO DEL EJE TERRESTRE Y LA DINÁMICA CORTICAL

NUEVA TRAYECTORIA DEL POLO NORTE, OBRA HUMANA Y UN PROBLEMA PARA LOS GPS (FOTO NASA)


Durante la mayor parte del siglo XX, el Polo Norte físico se movía hacia el oeste cerca de 10 cm anuales rumbo a la Bahía de Hudson, en Canadá. Pero en el año 2000 se produjo un cambio brusco en la trayectoria, unos 75º al este, entonces comenzó a desplazarse cerca de 17 cm cada año hacia las Islas Británicas. Antes se había movido un máximo de 12 m.

Groenlandia y la Antártida están sufriendo pérdidas masivas de hielo, el agotamiento de los acuíferos en Eurasia es relativamente una pérdida mucho menor, sin embargo, está siendo mucho más influyente y determinante a la hora de modificar la trayectoria del eje terrestre. 

Vemos que todo está conectado, el eje de la Tierra, las masas de hielo, la cantidad de agua subterránea... Estos repartos de peso tienen también otras consecuencias, por ejemplo, ¿influyen en la sismicidad o el vulcanismo?



OSCILACIONES EN EL EJE DE LA TIERRA
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Cada vez que preparamos un programa de radio en Radio Euskadi, en La Mecánica del Caracol, con Eva Caballero, y en el caso que me toca, que es toda aquella actualidad relacionada con las Ciencias de la Tierra y cómo nos afecta en el día a día, vemos que aparecen nuevos estudios, acontecimientos pasados o actuales e impactantes relacionados con la dinámica planetaria que, en cierto modo, nos desconciertan o nos sorprenden, nunca nos dejan indiferentes.

Con este nuevo estudio sobre la modificación de trayectoria en el eje de nuestra redonda casa común, debida a un reparto de masas a causa del cambio climático antropogénico, Eva me envió un guión para el programa del miércoles 27 de abril de 2016 que se puede escuchar más abajo, lleno de reflexiones acertadísimas de cómo cualquier variación en alguno de los parámetros —que han permanecido en equilibrio a lo largo de los milenios— puede provocar una reacción global inesperada.

Todo está interconectado, lo sabemos y siempre lo recordamos, lo que ocurre es que cada vez más estudios, cada vez más publicaciones, nos recuerdan que los cambios atmosféricos y los telúricos se encuentran en estrecha relación, algo que es ya una mirada emergente cada vez más presente entre los científicos de nuestras disciplinas terrestres.

Las actividades humanas industriales y nuestro nuevo estilo de vida, con emisiones de gases y otros cambios que hacen el clima más extremo, conllevarán en no muy largo plazo, un aumento de más de 4°C en la media del planeta. Mientras tanto, lluvias nunca vistas y sequías prolongadas comienzan a ser normales, los mapas urbanísticos ya se modifican para planificar nuestras ciudades. Son las ciudades de la tercera revolución urbana.

Las respuestas más profundas que se darán, sin duda, y afectarán a nuestras ciudades, entre ellas los reajustes corticales debidos a los "climatequakes" o terremotos climáticos, erupciones en zonas volcánicas y por supuesto, ciclones, huracanes y tornados, amén de las grandes sequías y períodos anormalmente lluviosos, no sólo se deberán a estas variaciones en el reparto de las masas del planeta, también y como consecuencia de ello, la Tierra bascula.

De momento, el riesgo no es catastrófico, aunque sí algo preocupante y sobre todo molesto para los aparatos de medición GPS, cada vez más necesitados de cierta finura de resolución, sin embargo, este fenómeno se suma a la modificación de los tan trastocados patrones climáticos, y sabemos que pequeñas variaciones pueden resultar en grandes respuestas.

El riesgo es una noción típica de la modernidad, ha crecido con ella, domina en la actualidad a la sociedad y a su unidad construciva, la ciudad, y por lo tanto, lo que hay en ella: todas las costumbres y relaciones sociales. Podemos afirmar que ya somos la sociedad del riesgo. Si ciertas condiciones amables para nuestro estilo de vida moderno se ven alteradas, la vida humana queda amenazada. Esto no significa la reacción vengativa del planeta, son maneras desequilibradas de relacionarnos con el medio que garantiza nuestra existencia.


Antonio Aretxabala, Pamplona, 28 de abril de 2016



"Si tomamos la típica bola del mundo y la hacemos girar suavemente, veremos cómo la Tierra se mueve alrededor de un eje fijo, para eso le ponen unos tornillos, para que esté bien sujeta y para que gire con armonía. Pero nuestro planeta no funciona exactamente así. El eje de rotación no está fijo, de hecho se desplaza alrededor de los polos, y eso hace que el movimiento de rotación sufra bamboleos. Nosotros no nos damos cuenta pero estos bamboleos deben tenerse en cuenta en cualquier aparato de medición, GPS, satélites, observatorios terrestres…

Podemos explicar esta cuestión de que el eje de rotación de la Tierra se mueve, lo hace como una peonza, gira sobre su propio eje, se desplaza con el movimiento y además oscila, con ese bamboleo cuyo ritmo depende de varias cosas:

- En torno al año 2.000 el eje de rotación de la Tierra giró bruscamente hacia el oeste y avanza a un ritmo muy rápido, unos 17 cm al año, en dirección a las islas Británicas. Para tener una idea de la precisión de los estudios científicos se debe destacar que el mayor desplazamiento observado hasta ahora del eje de la Tierra ha sido de unos 12 metros. ¿Cual puede ser la causa de este bamboleo inesperado? Nuevos estudios nos dicen que se trata de un rápido reparto de las masas de agua en todo el mundo que contribuyen a las oscilaciones de rotación de la Tierra. Estudios anteriores han identificado muchas conexiones entre los procesos en la superficie o en el interior de la Tierra y las formas errantes de nuestro planeta. 

- Nos encontramos entonces en una situación en la que la pérdida o aumento de hielo en unas zonas, la sequía y el agotamiento de las aguas subterráneas en otras, alteran la posición del eje de rotación. Entendemos que los polos sean zonas sensibles, pero sequías hay en otras partes del mundo, ¿por qué esta situación en la India tiene un efecto tan importante?

- Vemos que todo está conectado, el eje de la Tierra, las masas de hielo, la cantidad de agua subterránea... Estos cambios de peso tienen también otras consecuencias, por ejemplo, ¿influyen en la sismicidad o el vulcanismo?"


Figura 1: Incremento de la sismicidad (terremotos de 5, 6 y 7 grados de magnitud) desde 1973 hasta 2015 coincidiendo con la elevación decimétrica del nivel del mar debida a la fusión del hielo de glaciares, polos y continentes, y el aumento de volumen debido al incremento de la temperatura de los océanos. Fuente: dlindquist.com

Figura 2: Incremento de la sismicidad (M > 3) en Oklahoma (EEUU) entre 1973 y 2015 debida según diversos estudios norteamericanos como los del USGS o la NASA y varias universidades, a la expansión de la fractura hidráulica (fracking) y el incremento de inyecciones de aguas residuales de la industria de los hidrocarburos y también urbanas, en una zona que hasta hace bien poco era considerada de baja sismicidad, hoy Oklahoma ha adelantado a California en el registro de terremotos anuales.

Figura 3: Las imágenes de satélite muestran el retroceso del Mar de Aral entre 1973 y 2009.

Han sido muchas las ocasiones en que hemos recalcado estos fenómenos a través de los años de programa en la Mecánica del Caracol, también en publicaciones científicas, divulgativas, congresos, ciclos de conferencias..., y vemos también como cada vez más científicos se suman al carro de esta mirada holística; nuestras actividades industriales, nuestro estilo de vida, son capaces de infligir profundos cambios planetarios: disparar terremotos, estimular el vulcanismo, cambiar la trayectoria en el eje de la Tierra (figuras 1 y 2)...

Antes de este estudio presentado por la NASA se asumía que el agua jugaba un importante papel en el proceso de movimiento y variación del eje terrestre, el mayor culpable era sin duda el cambio climático y el deshielo de Groenlandia (figura 4). Sin embargo los investigadores han mostrado a través de modelos matemáticos que los cambios en Groenlandia por sí mismos no generaban suficiente energía para apresurar de tal forma la rotación de los ejes terrestres hacia el este. Calcularon entonces que algo al este de Groenlandia tendría que estar emitiendo una atracción extra para mover al Polo Norte de una manera tan acentuada y ese algo estaba sucediendo en el agua de Eurasia. 

La perdida de agua en varias zonas entre Europa y Asia (ver figuras 3 y 4), para ser más exactos a 45º de latitud, muy cerca de la India, es la clave de lo que afecta de una manera amplificada al cambio del eje de rotación terrestre. El equipo utilizó datos de anomalías gravitacionales tomadas desde el satélite GRACE para alimentar sus simulaciones. Con estas modelizaciones ahora sabemos que el eje de la Tierra es particularmente sensible a los cambios en la masa de agua de las latitudes medias.

Figura 4: El reajuste de las masas de agua debidas al cambio climático es responsable del movimiento del eje (Tech Insider)


De hecho en tanto que Groenlandia y la Antártida están sufriendo pérdidas masivas de hielo, el agotamiento de los acuíferos en Eurasia es relativamente una pérdida mucho menor, sin embargo mucho más influyente y determinante a la hora de modificar la trayectoria del eje terrestre. Y ahí estaba la respuesta: en Eurasia. “La mayor parte de la respuesta total es un déficit de agua en Eurasia: el subcontinente indio y la zona del Mar Caspio”, dijo Adhikari, uno de los calculistas. Esta región ha perdido masa de agua debido al agotamiento de los acuíferos y la sequía, pero la pérdida no es mucho mas grande que el cambio de masa en las capas de hielo. Así, una pérdida pequeña tiene un efecto tan grande y fuerte. El eje de rotación es muy sensible a los cambios que se producen en torno a los 45 grados de latitud, sea al norte o al sur. Los cambios en el subcontinente indio, donde muchos acuíferos se han agotado y lagos y mares se han secado, son los más importantes.

Figura 5: Cambios en el almacenamiento terrestre de agua en términos de altura de agua entre dos períodos (desde enero de 2005 a diciembre de 2011 y desde enero de 2012 hasta diciembre de 2014) derivado de las observaciones mensuales de GRACE. Corresponde a la figura 4 del estudio de Surendra Adhikari y Erik R. Ivins en Science Advances.

La investigación es algo preocupante, ya que sugiere un patrón de la deriva del Polo Norte, el cual tiene un fuerte vínculo con el clima. Hay un lado positivo, sin embargo: ahora veremos los registros anteriores de las derivas polares, la actual la habíamos mantenido constante durante 115 años, así que también los nuevos datos podrían ser el comienzo de un registro exhaustivo sobre los cambios de agua y de hielo en toda la Tierra, su implicación en los patrones climáticos y el devenir de las especies que dieron lugar al mono desnudo que acaba de despertar a que sus actividades tienen profundas y contundentes respuestas planetarias. El Niño Godzilla de 2015-2016 poco a poco se desvanece, esperemos que su próximo despertar sea tranquilo.

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PROGRAMA DE LA MECÁNICA EL CARACOL CON EVA CABALLERO
27 DE ABRIL DE 2016 (a partir del minuto 30)

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